En los retiros de confirmación nos encontramos desafiados a que los jóvenes puedan, a partir de estos, discernir, definir las etapas de la vida a la luz de la palabra de Dios. Un proyecto personal en el que Dios inscribe su deseo y esperanza para cada uno y esto va marcando su historia personal. Una historia como un sueño que Dios tiene para cada uno de nosotros y que la experiencia de vida en la confirmación y el retiro debe ayudarnos a leer.

En el retiro, trabajamos 4 ejes que conforman toda nuestra propuesta:

  1. a) EL YO
  2. b) LOS DEMÁS
  3. c) DIOS
  4. d) LA COMUNIDAD

El retiro se basa en la comunicación; en ella, el estudiante se encuentra consigo mismo, con los demás y con Dios. Es fundamentalmente un programa de jóvenes al servicio de jóvenes. Los líderes son jóvenes que han vivido el programa y que han sido previamente preparados y han demostrado tener cualidades para ello. Estos líderes no han de ser necesariamente personas extraordinarias, sino que se les ha escogido porque tienen un gran deseo de servir a los demás.

Deben ser como modelos para una conducta cada vez más positiva; con respecto a sí mismos y a la vida. Están deseosos de compartir y tienen una fe cristiana sólidamente arraigada.

El encuentro se vale de distintos medios para crear un ambiente positivo y de confianza. Alcanza a cada estudiante en su propio nivel de desarrollo, lo anima a abrirse a nuevas experiencias y así lo ayuda a crecer en su capacidad de compartir con los demás, manteniendo la distancia y quedándose en la superficie. Todos tienen el mismo lugar y la misma responsabilidad en el grupo; y a cada uno se le anima a compartir sus penas, preocupaciones y alegrías, participando de forma consciente, delicada y cariñosa. Para crear este ambiente, se abren canales de comunicación que refuerzan la imagen positiva de sí mismos; favorecen la aceptación de capacidades, conocimientos, necesidades y preocupaciones, como expresión de una conciencia sensible y promueven la confianza, la apertura y el amor.

Es así, como para cada uno se abre la posibilidad de tener una experiencia de Cristo y una relación mutua.

Escrito por Miguel Talavera – Profesor de PFRH

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